Ángel Saavedra y Ramírez de Baquedano, conocido como el Duque de Rivas,
nació en Córdoba el 10 de marzo de 1791. Tanto su padre, marqués de Rivas de
Saavedra, como su madre, procedían de linajes con abolengo ilustre , por lo que
el joven segundón pronto comenzó a recibir distinciones como el nombramiento de
Caballero de Justicia de la Orden de Malta a los seis meses de edad, el de
capitán de caballería en el regimiento del Infante a los siete años, y el
hábito de Santiago a los nueve. De niño tuvo una educación esmerada a cargo de
eclesiásticos franceses, de aquellos refugiados en España huidos de la
Revolución francesa.
Con once heridas mortales
Con once heridas mortales,
hecha pedazos la espada,
el caballero sin aliento
y perdida la batalla,
manchado de sangre y polvo,
en noche oscura y nublada,
en Ontígola vencido
y deshecha mi esperanza,
casi en brazos de la muerte
el laso potro aguijaba
sobre cadáveres yertos
y armaduras destrozadas.
Y por una oculta senda
que el Cielo me depara,
entre sustos y congojas
llegar logré a Villacañas.
La hermosísima Filena,
de mi desastre apiadada,
me ofreció su hogar, su lecho
y consuelo a mis desgracias.
Registróme las heridas,
y con manos delicadas
me limpió el polvo y la sangre
que en negro raudal manaban.
Curábame las heridas,
y mayores me las daba;
curábame el cuerpo,
me las causaba en el alma.
Yo, no pudiendo sufrir
el fuego en que me abrazaba,
díjele; "Hermosa Filena,
basta de curarme, basta.
Más crueles son tus ojos
que las polonesas lanzas:
ellas hirieron mi cuerpo
y ellos el alma me abrasan.
Tuve contra Marte aliento
en las sangrientas batallas,
y contra el rapaz Cupido
el aliento ahora me falta.
Deja esa cura, Filena;
déjala, que más me agrabas;
deja la cura del cuerpo,
atiende a curarme el alma.
prismagotico.blogspot.com