La Sombra de Judas.
Cuando la sombra de Judas bajó a los infiernos, los demonios
se apartaron para dejarla pasar. Cuando hubo llegado a Satanás, el ángel
infiel, le dijo: “¿Qué vienes a hacer aquí?”, si no tenemos lugar para tu crimen,
ni tenemos tormentos para ti. Eres único
en tu crimen y único será también tu castigo. Vete solo a cualquier rincón de
nuestro imperio para hacerte devorar por tu conciencia. ¡Vete! No deshonres con
tu vista el abismo, pues no tienes semejante entre los condenados. De mi
parricidio al tuyo media la virtud. Fui ingrato sin bajeza, rebelde sin
cobardía. Yo no había prometido nada al
Dios que me ha castigado; me levanté contra él, pero no le vendí.
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