domingo, 30 de julio de 2017

Père de la Chaise. Cementerio monumental.



En mi estancia en París durante estas vacaciones he aprovechado para visitar uno de sus cementerios monumentales más bonitos que os podáis imaginar dentro de camposantos con ese toque mágico del ambiente gótico. Sin duda es el de mayor prestigio de París. Lo encontramos en las afueras, dominando una colina boscosa que observa a  la ciudad.
El terreno es una antigua propiedad de Père de la Chaise, confesor de Luis XIV, que fue comprada por orden de Napoleón en 1803 para dotar a la ciudad de un nuevo cementerio. El camposanto se hizo tan popular que fue ampliado seis veces durante el siglo XIX. Es de esos sitios inmersos en la naturaleza bajo la tranquilidad de sus frondosos árboles centenarios que invitan a recorrer sus calles, unas veces sin orden y otras perfectamente delimitadas, perdiéndote entre tumbas de famosos y sorprendentes esculturas funerarias;  todo ello  lo convierte en un lugar adorable para dar un paseo despreocupado y nostálgico, siendo a la vez un lugar encantador para los amantes de la fotografía.

Domina la entrada una escultura denominada Monumento a los muertos, de Pault Albert Bartholmé, siendo una de las mejores esculturas del cementerio, domina la avenida central. 


Recorriendo los rincones poco accesibles y  fuera de las rutas turísticas marcadas, me encontré con la tumba de  Federico Chopin, el gran compositor polaco que pertenció a la generación del romanticismo francés. 





Callejeando por sus perfilados caminos entre la sombra de enormes olmos encontré uno de las más preciadas esculturas fúnebres, hablo de Théodore Géricault con una hermosísima réplica de La balsa de la Medusa, obra maestra de este pintor romántico francés.  





El camposanto está muy bien distribuido y a la vez señalizado, pero a veces el localizar una tumba en concreto se puede llegar a hacer misión imposible. Ello me pasó con la ardua busqueda de la tumba del gran autor y dramaturgo del siglo XVII Molière, el cual fueron trasladados aquí sus restos mortales con el fin de añadir cierto interés histórico al nuevo cementerio.



Deambulando, llegué a una rotonda central marcada por un gran mausoleo de perfecta distrubución arquitectonica que hacía una nueva entrada a la parte más elevada del camposanto. 





En esta misma plaza se hallaba  la tumba de un famoso partisano, largo tiempo prisionero durante las revoluciones de 1830 y 1840, que tiene la forma de prisión. 



El ambiente es inigualable, sus rincones apartados se cargan de un cierto clima romántico si eres capaz de darte cuenta de los detalles. 





El musgo vivo, sus sombras, el silencio lo vetusto de la piedra, esa sensación de abandono bien cuidado. 



El espacio es un lugar de descanso de famosos escritores, pintores, periodistas y princesas como Elizabeth Demidoff, princesa rusa muerta en 1818 que es honrada en un templo clásico, de tres plantas, obra de Quaglia.  Victor Noir, periodista del siglo XIX,  presenta una lápida con su estatua a tamaño natural, asesinado por Pierre Bonaparte, un primo de Napoleón III. Este escritor se le atribuyen poderes  de fecundad.



 Mausoleos de gran tamaño, incluso de tres alturas guardan los restos de aquellos que una vez gozaron del Paris de la época y que ahora son protegidos por celosos guardianes.




Una de las más visitadas es el simple panteón de corte moderno en donde descansa Edith Piaf conocida como Pequeño Gorrión por su tamaño, que fue la cantante más popular del pasado siglo.
También puedes encontrar la morada de Jim Morrison, lider del grupo The Doors cuya muerte en París sigue siendo un misterio.






Construcciones de estrañas formas casi parecidas a las casas de muñecas se esconden entre las sombras de los custodios árboles de cementerio.


Y aquellos otros raros de encontrar en estos lugares.


Otras han querido reflejar la personalidad de su ocupante añadiendo detalles de en vida como es este niño con su mascota.

Y por último me centré en un mausoleo grande y de corte fuera de lo común como es este de aquí abajo. Se trata de la tumba de Oscar Wilde, si amigos el auténtico dramaturgo irlandés que fue expulsado de la virtuosa Gran Bretaña para ser acogida en esta maravillosa ciudad donde victima del alcohol rubricó su obra. Jacob Epstein esculpió esto que veis. Protegido por una barrera de cristal he de hacer notar, las flores siempre frescas y el cristal con muestras de besos de carmín.



Me falta es espacio virtual para este reportaje fotográfico  y me gustaría seguir subiendo más fotos de este lugar pero me resulta imposible ponerlas todas. El cementerio no solo es esto, tiene otros espacios de honor para victimas del holocausto nazi, reconocimiento a aquéllos que dieron su vida por Francia y a catástrofes aereas cuyos cuerpos no se han recuperado

Si venis a París, este sitio es de obligada visita. Se encuentra en 16 Rue du Repos y se llega muy fácil mediante el metro lineas dos y tres.

Recordad, París bien vale una misa.



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sábado, 29 de julio de 2017

Deseo en vez de dieta.











Los manejos del deseo (sexual) están en la mente. Seguro, pero requieren la intervención del cuerpo. Cercada por las dietas, los anticelulíticos  y por panteras en bikini, una idea me cae de golpe por su propio peso; si no te gustas, no te desnudas. En fin, si no te gustas, aunque te desnudes, no te disfrutas, no te muestras. Hablo de hombres y de mujeres, claro.  ¿Y qué es gustarse?

Te gustas porque alguien te mira con deseo, porque alguien se enciende al observar tus muslos, la curva de tu espalda o, vaya, tu anatomía entera. No depende de ti, amiguito, amiguita. Es porque te lo hacen saber y te lo hacen notar.

Por eso resulta así de extraño el mundo del gustarse, ése que duele tanto a la altura de la primavera. Hay mujeres gordas encantadas de conocerse y chicas flacas que perderían hasta los huesos creyendo estar más apetecibles. Hombres feos que seducen hasta las naturalezas muertas y chicos guapos aterrados por su propio desnudo. El deseo no es objetivo. Es la mirada del de enfrente.

Lo digo porque ya puede ir al gimnasio tu pareja, comer acelgas viudas, embadurnarse de cremas reductoras, que hasta que no te plantes enfrente con el deseo en ascuas no conseguirás que te conteste como estás deseando. Deseando.

En el fondo, esta desazón de productos dietéticos y sacrificios digestivos tiene su peor espejo en el sexo. Propongo sustituir los gastos de nuestras parejas en cosméticos y verduras por un buen revolcón. Mírale con deseo. Saldréis ganando ambos.

Es de Cristina Fallarás.


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Escuha este sórdido Te quiero. Dragonfly.











A penas te conozco, el tiempo trascurrido ha  podado la vida y tú te has olvidado que hubo un día donde tuvimos un espacio en común. Amor, ya apenas nos recordamos, duermo a medias tan cerca de ti y apenas nos tocamos, como extraños en la multitud, quién eres tú….

Me gustaría abrazarte tanto, tanto hasta que te duela, hasta que me salten las lágrimas, esas que ruegan por tu te quiero. Ven y abrázame, necesito aire que respirar, ven, todavía podemos cruzar el angosto mar, reinventarnos de nuevo sin darnos cuenta, ven, por favor y abrázame, vuelve a sentir que te quiero. ..

Amor, toma mi mano, todavía podemos cruzar el tormentoso mar, volver a reinventarnos, olvidar lo pasado y recibir el futuro, abrázame y aplástame contra ti, vuelve a sentir que te quiero.
Amor, no supe entenderte, aquellos truenos dieron pie a estos silencios, silencios sordos, odiosos, no puedo, no puedo. Necesito oír la melodía de tu voz, me resisto a tus silencios, me resquebrajan los recuerdos, ven y cuéntame, por favor…

Amor, necesito estrecharte entre mis brazos, estás aquí, a mi lado, y tan corta distancia se me hace un abismo, un desierto árido y estéril, una frontera infranqueable. Amor, te necesito como el ruiseñor necesita abrazar la  leve brisa para elevar su vuelo. Amor, temo a tu olvido, déjame intentarlo, reinventémonos de nuevo. Quiero vivir tantas cosas junto a ti que el ansia me consume como un abrasador fuego. Amor, reinventémonos de nuevo. 

Amor, dame una señal, necesito saber que eres aquella, la de siempre, aquella que nunca se fue, aquella a la que nunca perdí, si, aquella que nunca deje de amar. Crucemos este angosto mar, démonos otra oportunidad, remaremos a la  par hasta que el alisio hinche  nuestras velas y nos permite cruzar esta incómoda tempestad.

Escuha este sórdido “Te quiero”

Dragonfly.



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