El ruiseñor ciego.
El ruiseñor no canta sino es de noche; y cuando le
cogen los crueles cazadores, le sacan los ojos para que no pueda distinguir las
horas y canten para siempre. Él, entonces, no puede ver las rosas, pero aspira
sus perfumes y canta para que se levante la luna y se los revele, canta para
llamar la luz de las estrellas, esas que
no volverán a lucir para él. Ésta es, frecuentemente, la suerte de los poetas;
con un fin enteramente contrario, la vida o el desdén les arroja un velo sobre
los ojos; quiere ahogar su voz, que suele así hacerse más bella. Las flores
robadas se abren más hermosas en sus sueños. Se habla intentando interrumpir
sus conciertos y estos se han redoblado,
porque cantan a la felicidad que les falta
y a la desgracia que les rodea. Es verdad que se escucha siempre al ruiseñor y
pocas veces al poeta; pero ¿qué importa?, nada se pierde, “y la naturaleza
tiene más ecos de los que creemos”. Si los hombres no les escuchan, ¿acaso les
oye Dios?....
14 de enero de 1844.
prismagotico.blogspot.com
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