La balsa de la Medusa.
Se trata de una grandiosa obra finalizada en 1819 que fue
pintada al óleo sobre lienzo de un considerable tamaño (491 por 716 cm) y que
podéis disfrutarla en el Louvre.
Es una obra que no pasa desapercibida fácilmente, pues la
misma está cargada de pasión y fuerza enmarcadas en una situación hostil llena
de emoción y realismo. Además resulta
interesante puesto que deviene de un claro puente entre el clasicismo y el
romanticismo. Su presentación, en 1819,
provocó un considerable verdadero escándalo que horrorizó a la selecta clase dirigente
de la época.
La escena representa la historia auténtica del naufragio de La Medusa, nave de pabellón
francés en donde su capitán y sus oficiales se reservaron la totalidad de los
botes salvavidas y abandonaron, a su suerte, sobre una improvisada balsa a un
centenar de personas entre tripulación y pasajeros que se hundieron en la
desesperación, el salvajismo y el canibalismo para poder sobrevivir.
Géricault se atrevió a mostrar un episodio sórdido de la historia
contemporánea con un estilo que se
asemejaba a las colosales obras heroicas del pasado tan amadas por los
tradicionalistas. Por un lado, en el cuadro se advierte una dosis macabra de
realismo en donde el pintor tomó como modelo diversos cadáveres para captar bien los
detalles que junto con su pincelada enérgica acentúa la sensación de
arremolinamiento garantizando así la emoción del momento.
Por otra parte, los cuerpos y la composición en forma
piramidal son clásicos en su estilo. A pesar de la indignación suscitada, el
cuadro consolidó la reputación artística de Géricault y tuvo una enorme
influencia en otros artistas, sobre todo en Eugène Delacroix.
prismagotico.blogspot.com
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