Pocas cosas en la vida nos hacen sentir
tan nostálgicos como la desaparición de algo o de alguien que nos ha hecho
vivir momentos especiales. Cuando ese hecho o esa persona desaparecen, se
desvanece en el misterio de lo eterno una parte de nuestra vida que nos marcó
para siempre y que nos hizo disfrutar de la verdadera esencia de la vida que
lleva el sello inimitable de lo auténtico. La marca y el símbolo de esos
momentos que saboreamos y que nos hicieron ver nuestra circunstancia desde una
perspectiva más bonita. Desde el prisma, por ejemplo, de una preciosa
voz, bohemia, sedosa, penetrante, genuina…
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