Amy, Amy, por qué... |
Esta tarde el Prima Gótico nos trae a Antonio
María de Trueba y de la Quintana, escritor español, conocido también como
Antón el de los Cantares. Hijo de
campesinos, su vocación literaria se despertó con los romances de ciego que le
traía su padre cuando venía de visitar la feria. Tuvo que abandonar pronto la
escuela para trabajar la tierra y el mineral de las minas de Las Encartaciones,
su lugar natal.
Cuando contaba quince años marchó a Madrid
para evitar la primera Guerra Carlista; allí se empleó en la ferretería de un
tío suyo y robó tiempo al sueño instruyéndose de forma autodidacta y leyendo
autores románticos españoles. En 1845 consigue un puesto burocrático en el
Ayuntamiento de Madrid y con ello logra más tiempo libre para consagrarse a la
literatura. En 1851 publicó su primer libro, El libro de los Cantares, versos
de tema variopinto que le dieron ya algún renombre; al mismo tiempo, colabora
con poemas, artículos y cuentos en La Correspondencia de España, El Museo
Universal, Correo de la Moda y La Ilustración Española y Americana. Prestó
atención a la literatura infantil, colaborando en las publicaciones infantiles
de la época y elaboró incluso un libro de villancicos.
Os traigo uno de sus más bellos poemas que es un canto a la mujer morena. Estpero que os guste.
Poema
I
«Muchachas de tez de nieve
y de rubia cabellera
son florecitas, mas son
florecitas sin esencia.
Glaciales hijos del norte,
queredlas enhorabuena,
que os gustarán como os gusta
la nieve de vuestras sierras;
pero en Castilla queremos
muchachas de tez morena,
queremos almas ardientes,
como este sol que nos quema.
Moreno pintan a Cristo,
morena a la Magdalena,
morenas sin duda fueron
la granadina Zulema,
la aragonesa Isabel,
la castellana Jimena,
que en los anales de amor
dejaron memoria eterna;
morenitas suelen ser
las muchachas de mi tierra,
moreno es el bien que adoro.
¡Viva la gente morena!»
II
Así, pidiendo a la historia,
razones que a dar se niega,
los cantos meridionales
ensalzan a las morenas;
así el pueblo de Castilla
vuestra rubia cabellera
de color de ébano torna,
¡Oh Jesús! ¡Oh Magdalena!
Yo Antón el de los cantares,
también nací en esta tierra
donde el amor es la gloria
y el limbo la indiferencia;
pero yo al amor no pido
una mejilla trigueña,
que le pido una mejilla
de rosas y de azucenas.
¡Oh virgen de ojos azules
que vi llorar en mi aldea
de amor y melancolía
cuando doraba la sierra
el triste sol de los muertos,
tu amor quiero y tu tristeza!
«Muchachas de tez de nieve
y de rubia cabellera
son florecitas, mas son
florecitas sin esencia.
Glaciales hijos del norte,
queredlas enhorabuena,
que os gustarán como os gusta
la nieve de vuestras sierras;
pero en Castilla queremos
muchachas de tez morena,
queremos almas ardientes,
como este sol que nos quema.
Moreno pintan a Cristo,
morena a la Magdalena,
morenas sin duda fueron
la granadina Zulema,
la aragonesa Isabel,
la castellana Jimena,
que en los anales de amor
dejaron memoria eterna;
morenitas suelen ser
las muchachas de mi tierra,
moreno es el bien que adoro.
¡Viva la gente morena!»
II
Así, pidiendo a la historia,
razones que a dar se niega,
los cantos meridionales
ensalzan a las morenas;
así el pueblo de Castilla
vuestra rubia cabellera
de color de ébano torna,
¡Oh Jesús! ¡Oh Magdalena!
Yo Antón el de los cantares,
también nací en esta tierra
donde el amor es la gloria
y el limbo la indiferencia;
pero yo al amor no pido
una mejilla trigueña,
que le pido una mejilla
de rosas y de azucenas.
¡Oh virgen de ojos azules
que vi llorar en mi aldea
de amor y melancolía
cuando doraba la sierra
el triste sol de los muertos,
tu amor quiero y tu tristeza!
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