lunes, 10 de octubre de 2016

Marcella Pattyn. La última beguina del mundo.



Marcella Pattyn. La última beguina del mundo.


Saliéndome un poco del tema, me parece interesantísimo este artículo sacado del periodico de "La Vanguardia" en donde hace mención a una hermana que cierra el ciclo de una orden religiosa que tuvo el valor y el coraje de poner a la mujer en el lugar donde le corresponde en una época dificil, muy dificil.

Prisma Gótico espera que os guste, como a mi me ha gustado.




Ha muerto, mientras dormía, la última beguina del mundo. La hermana Marcella Pattyn, fallecida en Kortrijk (Bélgica) este domingo a los 92 años, era la última representante de un movimiento religioso desconocido y singular surgido en la Edad Media y que durante siglos dio insólitos espacios de libertad a la mujer en tiempos en que no tenía más opción que entregar su vida al hombre o a Dios.

viernes, 7 de octubre de 2016

La muerte de la poesía. Mensaje hallado dentro de una botella.









La muerte de la poesía. Mensaje hallado dentro de una botella.

Los pueblos eran viejos: ningún sentimiento noble agitaba sus corazones; ninguna idea bella despertaba sus almas; ninguna palabra generosa resonaba en sus tribunales ni en sus plazas públicas: en vez de oradores había abogados; las costumbres se corrompían; el mundo perecía en la disolución. Se buscaba, se esperaba por todas partes no sé qué santa y celeste aparición que viniese a regenerar la tierra: en este tiempo murió la poesía, de qué enfermedad, se ignora; probablemente de miseria y de frío, de la misma enfermedad que la mayor parte de sus cortesanos y sacerdotes.

Cuando hubo muerto, todos se acordaron de repente de que era hermosa y había nacido reina. Se citaron sus virtudes que antes no se habían notado; se recordaron sus beneficios, en los cuales antes nadie había parado la atención; y como ya no había remedio para reanimarla, se determinó hacerla magníficos funerales, embalsamarla para conservar muerta a la que no se había querido viva, y encerrarla como una reliquia en una caja de cristal, oro y pedrerías. Y he aquí lo que sucedió. No se pudieron hallar perfumes en ninguna parte: el cristal estaba opaco; los diamantes no tenían brillo; las perlas carecían de esmalte, y los más  ricos metales se hacían en plomo. No pudiendo  pues concederla oír los honores, se quiso al menos coronarla de rosas; pero no las había; el invierno con su cielo opaco y lluvioso no dejaba brotar ninguna flor. Se la expuso en un templo, en un ataúd; pero las lámparas ardían sin alumbrar el santuario, y los que se aproximaban para ver a la muerta, hasta sus mismos amantes se sentían envejecer al mirarla, y el frio de sus corazones encanecía sus cabellos.

 Desde que la poesía había muerto, la tierra parecía un inmenso desierto, en el cual se arrastraban los moribundos. Pero a pesar de estar moribundos, los hombres no eran menos crueles; y el día en que se iba a enterrar a aquella que dejaba tan vacio el mundo donde había tenido tan poco lugar, el corazón encontró una multitud asquerosa que perseguía con sus insultos a un hombre que llevaban al suplicio.

Todo el mundo olvidó a la muerta para ver a este hombre, y su cuerpo fue abandonado en medio del camino. Cuando la multitud volvió, el ataúd estaba vacío, y se creyó que la reina había resucitado, porque a la poesía corresponde completar la redención, y el hombre que marchaba al suplicio era Cristo que subía á su Calvario.

 14 enero de 1855.





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sábado, 1 de octubre de 2016

Celos. Pedro Mata Fontanet. (1811-1877).







CELOS

Tengo celos de ti, ¿por qué negarlo?
Tengo celos de ti; celos rabiosos
Celos de la sonrisa de tu boca
celos de las miradas de tus ojos.

Cuando yo no te oigo, ¿cómo hablas?
Cuando yo no te veo ¿cómo miras?
Cuando no estoy delante ¿cómo suenan
los aúreos cascabeles de tu risa?

Tú sabes que en los ojos de los hombres
hay miradas impuras
que unas veces parece que acarician
y otras veces parecen que desnudan.

Cuando un hombre te mira de ese modo
cuando te envuelve una mirada de esas
y sientes que resbala por tu cuerpo
¿qué es lo que piensas, di, qué es lo que piensas?

Cuando tengo mis manos entre tus manos
yo sé como tu carne se estremece
cuando es la otra mano que te oprime,
¿qué es lo que sientes, di, que es lo que sientes?

Yo puedo adivinar qué pensamientos
laten en ti cuando de mí te acuerdas
cuando es de otro el recuerdo que te asalta
¿qué es lo que sueñas, di, qué es lo que sueñas?

Yo te he visto mil veces temblorosa
ante el fervor de mis ardientes frases,
con los divinos ojos entornados
y los húmedos labios anhelantes.

Embaída de amor, desvanecida
cuando yo soy el que de amor te habla,
si las palabras son las mismas, dime;
¿cómo te suenan de otros las palabras?

Tú juras que me has dado
tu corazón, tu cuerpo y tu cariño
pero nunca sabré si tras tus ojos
se esconde un pensamiento que no es mío.

¡Y qué me importa tu cariño entonces!
¿Qué vale la escultura de tu cuerpo?
¡Si son los pensamientos de tu alma
como villanos que arrebata el viento!

Autor: Pedro Mata Fontanet (España)
(Tarragona, 14 de junio de 1811 - Madrid, 27 de mayo de 1877)

Comentado por Prisma Gótico.

Los celos representan una de las emociones más naturales o esenciales y al mismo tiempo, una de las más oscuras, dañinas e incómodas que existen. este sentimiento es inherente a la condición humana desde tiempos ancestrales, siendo por ejemplo una temática recurrente en la mitología Griega o en las narraciones de la Biblia (donde aparecen en innumerables oportunidades como un mal en los hombres). Hay quienes creen que los celos son otra forma de envidia pero, a diferencia de esta, los celos aparecen más bien como un temor, como el miedo a perder determinada cosa, objeto, función o relación, entre otras cosas. Entonces podemos diferenciar estas emociones al tener en cuenta quiénes o qué cosas entran en juego. Así, decimos que la envidia se refiere a algo que alguien más posee mientras que el celo refiere al temor ante la posibilidad de perder algo que nosotros poseemos. Los celos son una respuesta emocional inherente a la naturaleza de los Hombres, donde tanto en hombres como en mujeres ocurre de la misma manera y está ligado a una cuestión muy simple: buscar proteger lo que se quiere.


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