viernes, 7 de octubre de 2016

La muerte de la poesía. Mensaje hallado dentro de una botella.









La muerte de la poesía. Mensaje hallado dentro de una botella.

Los pueblos eran viejos: ningún sentimiento noble agitaba sus corazones; ninguna idea bella despertaba sus almas; ninguna palabra generosa resonaba en sus tribunales ni en sus plazas públicas: en vez de oradores había abogados; las costumbres se corrompían; el mundo perecía en la disolución. Se buscaba, se esperaba por todas partes no sé qué santa y celeste aparición que viniese a regenerar la tierra: en este tiempo murió la poesía, de qué enfermedad, se ignora; probablemente de miseria y de frío, de la misma enfermedad que la mayor parte de sus cortesanos y sacerdotes.

Cuando hubo muerto, todos se acordaron de repente de que era hermosa y había nacido reina. Se citaron sus virtudes que antes no se habían notado; se recordaron sus beneficios, en los cuales antes nadie había parado la atención; y como ya no había remedio para reanimarla, se determinó hacerla magníficos funerales, embalsamarla para conservar muerta a la que no se había querido viva, y encerrarla como una reliquia en una caja de cristal, oro y pedrerías. Y he aquí lo que sucedió. No se pudieron hallar perfumes en ninguna parte: el cristal estaba opaco; los diamantes no tenían brillo; las perlas carecían de esmalte, y los más  ricos metales se hacían en plomo. No pudiendo  pues concederla oír los honores, se quiso al menos coronarla de rosas; pero no las había; el invierno con su cielo opaco y lluvioso no dejaba brotar ninguna flor. Se la expuso en un templo, en un ataúd; pero las lámparas ardían sin alumbrar el santuario, y los que se aproximaban para ver a la muerta, hasta sus mismos amantes se sentían envejecer al mirarla, y el frio de sus corazones encanecía sus cabellos.

 Desde que la poesía había muerto, la tierra parecía un inmenso desierto, en el cual se arrastraban los moribundos. Pero a pesar de estar moribundos, los hombres no eran menos crueles; y el día en que se iba a enterrar a aquella que dejaba tan vacio el mundo donde había tenido tan poco lugar, el corazón encontró una multitud asquerosa que perseguía con sus insultos a un hombre que llevaban al suplicio.

Todo el mundo olvidó a la muerta para ver a este hombre, y su cuerpo fue abandonado en medio del camino. Cuando la multitud volvió, el ataúd estaba vacío, y se creyó que la reina había resucitado, porque a la poesía corresponde completar la redención, y el hombre que marchaba al suplicio era Cristo que subía á su Calvario.

 14 enero de 1855.





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