El bien y el mal.
A fecha de hoy, nadie
duda que hemos nacido libres, esto nadie lo discute, desde el punto de vista
espiritual se nos ha dotado de Libre albedrío, que es la voluntad no gobernada
por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho. Dicho en otras palabras,
el libre albedrío, es la facultad que Dios nos ha concedido para que obremos
pudiendo elegir entre actuar bien o mal, digamos que es la facultad que nos ha
dado para que aceptemos o repudiemos el amor que Él nos ofrece.
El libre albedrío es
fuente de muchos bienes, pero también de muchísimos males. El mal es la
antítesis del bien, es el producto que nace de la inexistencia del bien, el mal
es siempre negativo. Todo el mal que existe en el mundo, sea de la naturaleza
que sea, siempre es causa del hombre que da la espalda a la verdad y se encadena en la mentira.
Sabiendo esto, me pregunto:
¿Porqué Dios nos hizo libres, sabiendo de antemano como él muy bien sabía, la
cantidad de males que se iban a derivar
del mal uso que íbamos hacer de esta “libertad o libre albedrío”?..
Sabemos que los malos
son más famosos que numerosos y que si en el mundo hay demasiado mal,
paralelamente hay muchísimas más personas que actúan haciendo el bien de forma
automática, día tras día, sin darse cuenta, sin pensarlo y sin necesidad de ponerlos a prueba.
He tenido que consultar
con entendidos en la materia para dilucidar esto, y ellos
me han derivado a leer sobre el pensamiento místico de San Agustín, y en
resumidas cuentas he sacado lo siguiente.
Según San Agustín, el
amor que se nos ha dotado debe ser siempre expansivo. El que ama desea siempre
que los demás sean partícipes de su felicidad pues somos, queramos o no, parte
de la perfección. Nuestra grandeza y felicidad debe desarrollarse en libertad,
sin libertad no puede haber auténtico amor. Por tanto los términos amor y
libertad son inseparables. “Ama y haz lo que quieras”, es decir, si de verdad
eres capaz de amar, eres libre de hacer lo que desees porque tu amor fijará los
límites de tu libertad. No hay ser humano que pueda ser constreñido a amar. Lo
mismo que nadie puede ser amado a la fuerza. La libertad es una condición
indispensable para que se dé la existencia del amor.
El hombre libre, es el
que ama a todos; el que odia se esclaviza. El que odia siempre depende del
objeto de su odio y por tanto no es libre. Odiar al vecino equivale a
restringir nuestra libertad. Puede ser que tengamos que dar la vuelta a la
manzana para no verle o esperar a que salga antes de salir nosotros a la calle.
En conclusión, Dios no quiere ejercer su dominio
sobre los espíritus creados, sino que les dota de una concesión para que estos
actúen por amor y si el creador actúa
así, dando libre voluntad al ser humano quiere decir que la libertad es algo
muy serio.
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