En el mismo lugar donde San Pedro fue crucificado,
se alza un pequeño templo, medio griego, medio cristiano: es la iglesia de San
Pedro en Montorio. A los pies del altar se halla la losa de una tumba que se
identifica por una cruz con una sola palabra: «Orare». Bajo la losa está
enterrada Beatriz Cenci.
Hay una mezcla de ficción y de realidad histórica, fundamento de una
leyenda en la que se han inspirado tragedias, óperas y novelas, entre otras una
de Stendhal, “Les Cenci”. En la galería Berberini de Roma hay un retrato de
Beatrice Cenci, atribuido a Guido Reni.
La leyenda
evoca la muerte trágica de Beatrice Cenci. En la Italia del siglo XVI los
señores feudales cometían toda clase de desmanes. Entre ellos se distinguía
Francisco Cenci, quien había asesinado a su esposa con el fin de conseguir los
favores de Lucrecia Petroni, una noble matrona romana. Aunque esta se había
negado en un principio a sus deseos, terminó por consentir en casarse con él.
Los hijos de Cenci, Jacobo, Bernardo y Beatrice, celebraron estas nupcias con
la confianza de que su padre mejoraría de conducta, pero no sucedió así, pues
pronto se cansó de su segunda esposa y decidió trasladarse a un castillo
lóbrego, donde impuso a todos los suyos numerosas vejaciones. La familia se
conjuró para darle muerte, sin contar con Beatrice por su virginal candor, y
encomendaron la fechoría a un sicario con la promesa de enriquecerle. Al cabo
de un año, el asesino, estando a las puertas de la muerte, confesó su crimen y
culpó a quienes le incitaron a hacerlo. El papa Clemente VIII ordenó entonces
encarcelar a los miembros de esta familia y someterlos a juicio. Estos
confesaron su participación en los hechos, salvo Beatrice, que se mantuvo firme
en su inocencia, a pesar de sufrir horribles tormentos durante los
interrogatorios. No obstante, terminó por admitir su culpabilidad, creyendo que
de esta forma salvaría a sus hermanos, pero fue un sacrificio inútil, pues,
salvo el hijo menor, los demás murieron en el cadalso. Beatrice supo demostrar
en los últimos instantes de su vida un gran valor y serenidad.
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