domingo, 21 de mayo de 2017

Retrato de un hombre que acaba de morir.

La muerte de Chatterton (1856) de Henry Wallis






Considera que eres y en tierra te has de convertir. Día llegará en que será necesario morir y pudrirse en una fosa, donde estarás cubierto de gusanos. A todos, nobles o plebeyos, principies o vasallos, ha de tocar la misma suerte. Apenas, con el último suspiro, salga el alma del cuerpo, pasará a la eternidad, y el cuerpo, luego, ser reducirá a polvo.
Imagínate en presencia de una persona que acaba de expirar: Mira aquel cadáver, tendido aún en su lecho de mortuorio; la cabeza inclinada sobre el pecho; esparcido el cabello, todavía bañado por el sudor de la muerte;  hundidos los ojos; desencajadas las mejillas; el rostro de color ceniza; los labios y la lengua de color plomo; yerto y pesado el cuerpo… Tiembla y palidece quien lo ve… Cuántos, sólo por haber contemplado a un pariente o amigo muerto, han mudado de vida y abandonado el mundo.
Pero todavía inspira el cadáver horror más intenso cuando comienza a descomponerse… Ni un día ha pasado desde que murió aquel joven, y ya se percibe un hedor insoportable. Hay que abrir las ventanas, y quemar perfumes, y procurar que pronto lleven al difunto a la iglesia o al cementerio, y que le entierren en seguida, para que no inficione toda la casa… Y lo  que haya sido aquel cuerpo, de un noble o un potentado, no servirá, acaso, sino para que despida más insufrible fetidez, dice un autor.

Dios me guardia del día de las alabanzas. Por fin, al poco tiempo, nadie hablará de él, y hasta sus deudos más allegados no quieren que de él se les hable, por no renovar el dolor. En las visitas de duelo se trata de otras cosas;  y si alguien se atreve a mencionar al muerto, no falta un pariente que diga: “Si, por caridad, no me lo nombréis más”.
Considera que lo que has hecho en la muerte de tus deudos y amigos así se hará en la tuya. Entran los vivos en la escena del mundo a representar su papel y a recoger la hacienda y ocupar el puesto de los que mueren;  pero el aprecio y memoria de estos poco o nada dura. Aflíjanse al principio los parientes algunos días, mas en breve se consuelan por la herencia que hayan obtenido, y muy poco después parece como que su muerte los regocija. En aquella misma casa donde hayas exhalado el último suspiro, y donde Jesucristo te habrá juzgado, pronto se celebrarán, como antes, banquetes y bailes, fiestas y juegos… Y tu alma, ¿dónde estará entonces?.

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martes, 9 de mayo de 2017

Azazel.






Azazel, el líder de los Vigilantes, como ya se mencionó, era identificado con Lucifer o Lumiel.

En el Corán se dice que Lucifer-Lumiel (Iblis) se rebeló contra Alá porque se le dijo que se inclinara y adorara al "hombre de la tierra" nacido del barro, Adán, lo cual rechazó. Él fue obligado a luchar en el Cielo con el arcángel Miguel y su Ejército del Señor.

Como resultado, Lumiel y sus ángeles rebeldes fueron expulsados del Cielo y cayeron a la Tierra. Aquí Lumiel se convirtió en el "Señor del Mundo", y en la mitología cristiana él fue falsamente identificado con el monstruo imaginario Satán (hebreo ha-Satán = el adversario, el acusador).

Sin embargo, esotéricamente en la tradición luciferina, Lumiel o Lumial no es una figura satánica malvada que atrae a la especie humana a la tentación y a malas acciones, como la Iglesia lo representa, sino que él es,"el ángel de Dios [que] se rebeló contra el orden cósmico estático y establecido, y puso en movimiento las fuerzas de cambio y evolución".


[Stephen Flowers, Fire and Ice, 1990, pp. 43-44]

jueves, 4 de mayo de 2017

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán. Walt Whitman (1819-1892)













”’¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!”’
I
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido;
El barco ha enfrentado cada tormento, el premio que buscamos fue ganado;
El puerto está cerca, las campanas oigo, toda la gente regocijada,
Mientras los ojos siguen la firme quilla de la severa y osada nave:
Pero ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh las sangrantes gotas rojas,
Cuando en la cubierta yace mi Capitán
Caído, frío y muerto.
II
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
Levántate —por ti se ha arriado la bandera— por ti trinan los clarines;
Por ti ramos y coronas con cintas— por ti una multitud en las riberas;
Por ti ellos claman, el oscilante gentío, sus ansiosos rostros a ti se vuelven;
¡Arriba Capitán! ¡Querido padre!
Este brazo bajo tu cabeza;
Es tan sólo un sueño aquél en la cubierta,
Tú has caído frío y muerto.
 III
Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos y quietos;
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
El barco se encuentra anclado sano y salvo, su viaje concluido y terminado;
De una horrorosa travesía, el barco vencedor, viene con un objeto conquistado;
¡Regocíjense, oh riberas y repiquen, oh campanas!
Pero yo, con lúgubre andar
Camino la cubierta donde yace mi Capitán,
Caído, frío y muerto.





Walt Whitman fue un poeta americano, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense. Su trabajo se inscribe en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su obra. Whitman está entre los más influyentes escritores del canon estadounidense y ha sido llamado el padre del verso libre. Su trabajo fue muy controvertido en su tiempo, en particular por su libro Hojas de Hierba, descrito como obsceno por su abierta sexualidad.


¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! es un poema  escrito en homenaje a Abraham Lincoln, presidente de EE.UU., después de su asesinato en 1865. Se publicó por primera vez el mismo año en un apéndice adjunto a la última versión de Hojas de Hierba, su obra maestra.




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Nunca te ates. Mensaje hallado dentro de una botella.









Rozanna Jenner






La imposición ata; el entendimiento fusiona. Atar es la presión de la fuerza; entenderse es la caricia de la convicción. Atar es adherir dos unidades usando una fuerza externa para que permanezcan juntas. Una fuerza que a veces se llama poder, a veces conveniencia o necesidad, brutalidad o temor obsceno.
Atar siempre es un ejercicio perecedero, porque por potentes y enrevesados que sean los nudos, cuando con voluntad irrompible el adherido desea deshacerlos, tarde o temprano los acaba desligando. Atan los faltos de plumas en el alma y sobrados de arena en el cerebro. Todas las ataduras acaban podridas. Como las cuerdas.
Entenderse es acoplarse hasta encajar, es sostenerse mutuamente hasta fusionarse. Entenderse es renunciar a la rigidez propia y estar dispuesto a oír, discernir y valorar la opinión ajena. Es tratar de igual a quien le dices que es tu otro igual. No le mientes porque vas sobrado de la energía que da el saber escuchar para entender. Porque tu triunfo no es dominar para sostener, es el encajar para sostenerse. Como los arcos de medio punto, esas construcciones hechas con piedras que se unen a la perfección y lo aguantan todo por los años de los años, sin otro ensamblaje que su perfecto encaje de las unas con las otras.Su fuerza para sostenerse empieza y acaba en ellas mismas, en su magistral acoplamiento. No es fuerza atada, es entendimiento fusionado.

Ángela Becerra.


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