viernes, 24 de junio de 2016

El paso del fuego. Noche de San Juan.









El fuego todo lo cura, todo lo sana. Es la noche del 23 al 24 del mes de junio, mes del cambio de solsticio. Es la noche de San Juan -el solsticio de verano- la más corta del año, aquella que los primitivos consideraron mágica y eligieron para celebrar sus ritos con fuego. Luego la Iglesia pondría en ella la fiesta de San Juan, el  Bautista, ya que dicen nació en esa fecha. Pero ya desde antiguo las gentes del Viejo Continente encendían hogueras para «ayudar» al Sol a que no perdiera fuerzas. El fuego libraba de maleficios y se danzaba alrededor de las fogatas saltándose sobre ellas. Las cenizas tenían propiedades mágicas para hacer fructificar los campos. Hoy por muchas ciudades y pueblos se encienden hogueras que recuerdan aquellos antiguos rituales.
Rituales que tienen que ver, a la vez, con el fuego y el agua. En San Pedro de Manrique ,provincia de Soria, esa misma noche desde sus ancestros, los habitantes de esta villa tienen la habilidad de pisar la brasa sin quemarse.
El ascua, al rojo vivo,  ha de ser de roble, preparándose el fuego desde unas horas antes. Los más atrevidos pasan,  con sus plantas desnudas, esos tres metros de brasas ardiendo, generalmente, no sufren quemaduras de ningún tipo: el paso habrá de ser decidido, constante, sin miedo, con ritmo regular y muy concentrado.
Rito ancestral, cuyo origen y significado se esconde en el paso del tiempo y el espacio, pues hay muchas teorías y supuestos de su posible inicio y su trascendencia. En cualquier caso, ya de origen celtíbero, indio, romano, islámico, indoeuropeo o cualquier otro, cada noche de san Juan el fuego se encarga de avivar esas creencias y ritos, esos deseos y sueños, que se han repetido y se repetirán por años y años.
San Juan cristiano perdura sobre el sol pagano, el origen se mezcla con la adaptación, el fuego con la cruz y la Virgen de la Peña con los leños ardiendo. Religión y Panteísmo, superstición y culto a los dioses de la naturaleza, todo ello bien conjuntado y aderezado para dar más misterio a esta noche mágica.

 





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lunes, 20 de junio de 2016

Letrilla. Duque de Rivas (1791-1865).



Duque de Rivas
Letrilla

Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?
Desde que los vide
ni sé descansar;
perdí mi reposo,
no puedo parar.
Sin duda que fuego
oculto tendrán,
pues, cuando me miran,
me siento abrasar.
Mas no da este fuego
incomodidad,
sino solamente...
no lo sé explicar.
Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?



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Epitafio de una joven. Johan Ludvig Runeberg (1804-1877).





Epitafio de una joven.



La joven acaba de ver a su amante y trae las manos encarnadas. Su madre le dice:

-Hija mía, ¿por qué tienes las manos tan encarnadas?
 -Madre, he estado cogiendo rosas,y me he punzado con las espinas.

 Otro día vio a su amante y volvió con los labios encarnados. Su madre le dijo:
-¿por qué tienes los labios encarnados?
-Madre, he estado cogiendo fruta por los matorrales, y con el jugo se han puesto encarnados.

Otra vez vio a su amante, y volvió con el rostro pálido. Su madre le dijo:
- hija mía, ¿por qué estás tan pálida?
 -¡Ay! madre mía, haz que me abran la sepultura, que me entierren pronto, y pon sobre mi tumba una cruz con estas palabras:

 Un día vino con las manos encarnadas, porque su amante las había estrechado entre las suyas, otro día vino con los labios encarnados, porque su amante los había cubierto de besos; una tarde por fin vino con el rostro pálido, porque su amante la había engañado.


Así nos lo tradujo
Augusto Ferrán


 El poema es de Johan Ludvig Runeberg  poeta nacional finlandés que escribió en sueco, y además ejerció gran influencia en la literatura sueca. La poesía de Runeberg ha sido comparada a la de los grandes románticos europeos como Hugo, Shelley, Keats, Lermontov y Petöfi. Fue el primer escritor finlandés que consiguió resonancia nacional.



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