lunes, 20 de junio de 2016

Epitafio de una joven. Johan Ludvig Runeberg (1804-1877).





Epitafio de una joven.



La joven acaba de ver a su amante y trae las manos encarnadas. Su madre le dice:

-Hija mía, ¿por qué tienes las manos tan encarnadas?
 -Madre, he estado cogiendo rosas,y me he punzado con las espinas.

 Otro día vio a su amante y volvió con los labios encarnados. Su madre le dijo:
-¿por qué tienes los labios encarnados?
-Madre, he estado cogiendo fruta por los matorrales, y con el jugo se han puesto encarnados.

Otra vez vio a su amante, y volvió con el rostro pálido. Su madre le dijo:
- hija mía, ¿por qué estás tan pálida?
 -¡Ay! madre mía, haz que me abran la sepultura, que me entierren pronto, y pon sobre mi tumba una cruz con estas palabras:

 Un día vino con las manos encarnadas, porque su amante las había estrechado entre las suyas, otro día vino con los labios encarnados, porque su amante los había cubierto de besos; una tarde por fin vino con el rostro pálido, porque su amante la había engañado.


Así nos lo tradujo
Augusto Ferrán


 El poema es de Johan Ludvig Runeberg  poeta nacional finlandés que escribió en sueco, y además ejerció gran influencia en la literatura sueca. La poesía de Runeberg ha sido comparada a la de los grandes románticos europeos como Hugo, Shelley, Keats, Lermontov y Petöfi. Fue el primer escritor finlandés que consiguió resonancia nacional.



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