Tuberculosis.
Un castigo de la época.
Tuberculosis
(tisis, consunción, escrófula, mal de Pott, plaga blanca). Es la enfermedad
infecciosa más prevalente en el mundo. Causada por diversas especies del género
Mycobacterium Tuberculosis.
No fue hasta
1882 cuando Koch descubrió el bacilo causante de la enfermedad. Se transmite
por vía respiratoria y digestiva (leche de vacas infectadas).Puede cursar con
localizaciones extra pulmonares: sistema nervioso central, meninges, oftálmica,
cardiovascular, genito urinaria y diseminada (tuberculosis miliar).
A finales
del siglo XVIII y comienzos del XIX afectaba más a los jóvenes siendo vista la
muerte en el Romanticismo como una liberación; y el suicidio o el abandono
total hasta contraer la Tisis constituía una meta admitida y deseada. A lo
largo del siglo XIX permanecía vigente la doctrina anticontagionista. Era una
enfermedad hereditaria que amenazaba con degenerar la raza y despoblar el mundo,
y que permanecía latente hasta que afloraba por componentes climáticos,
alimentación insuficiente, aire viciado en casa o en el trabajo, hacinamiento,
trabajo excesivo, onanismo y causas morales (pasión de ánimo deprimente).
La sociedad
se atemorizó ante ella y trató de ocultarla. No obstante en la España del siglo
XVIII, a diferencia de Europa, se pensaba en una causa contagiosa,
promulgándose ordenanzas avanzadas de higiene pública que fueron abolidas con
las conquistas napoleónicas. Hasta mediados del siglo no se realizaron estudios
epidemiológicos en diversas ciudades españolas para conocer el alcance de la enfermedad.
La prevención y el tratamiento consistía en buena alimentación, habitaciones
sanas, trabajo moderado, salubridad en grandes poblaciones, inspección de
colegios para evitar el vicio del onanismo, y el alejamiento de los enfermos
para su recuperación en colonias escolares y sanatorios. También se seguían
utilizando medicamentos de lo más diverso e ineficaz como el arsénico, el
tanino, el yodo, las inhalaciones de alquitrán, la creosota y la ingesta de
alcohol.
Según
manuales médicos de la época, un ejemplo del tratamiento para esta enfermedad,
que podía ser común a otras infecciones, era empezar por una corta sangría, que
se repetía alguna vez en los casos positivamente inflamatorios; no obstante se
suspendía cuando se observaba en los principios un abatimiento grande con pulsos
débiles y en los que se notaban ansias de vomitar, regueros podridos con suma
inapetencia.
Después se
procuraba templar el calor excesivo con la agua fría o la frisana de cebada,
grama o escorzonera fría de nieve si la había y para conseguir la putrefacción
alcalina de los humores se daba en ésta
o en el agua natural el zumo de limón o
espíritu de vitriolo, y alguna vez también aquél en el caldo. Siempre se procuraba que tuviesen el vientre libre con lavativas
emolientes y atemperantes, como la de agua de pollo, malvas o cebada, ya con miel
o con aceite de almendras dulces y muchas veces con la agua sola.
Para evacuar
los humores biliosos corrompidos, que causaban un peso fuerte en el estómago e
intestinos, se utilizaba un fomento
propio de lombrices, o se les hacía tomar el aceite de almendras dulces recien
sacado del fuego, mucha agua fría con el
oxinuel simple o la miel rosada o la frisana con los tamarindos, y para
combatir la fierbre algún purgante, proporcionado a la edad.
J. L CARRILLO
., Enfermedad y Sociedad en la
Málaga de la Ilustración: del tifus
exantemático
a la fiebre amarilla,