lunes, 29 de mayo de 2017

El estudiante de Salamanca. José de Espronceda (1808-1842).










El estudiante de Salamanca. 

 El estudiante de Salamanca es un poema narrativo de 1.704 versos de José de Espronceda cuya versión completa se publicó en 1840, aunque desde 1837 el autor fue dando a conocer varias partes del mismo. Su argumento es sencillo e incluye el mito de Don Juan Tenorio, la locura de la protagonista, la impresionante ronda espectral, la visión del propio entierro y la mujer transformada en esqueleto, es decir, motivos ya recogidos por otros escritores, y muchas ocasiones adaptados de la tradición popular. El autor introduce varias novedades como son el uso arriesgado de los versos, la mezcla de géneros y un protagonista cínico y rebelde. En su momento el poema trasgredió los cánones estéticos y fue de vanguardia. Reconocéis la imágen y sabéis dónde poder "encontrarla"...

(fragmento)

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela.
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río,
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias.
Súbito rumor de espadas
cruje y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón,
que hasta los tuétanos hiela
y da al que lo oyó temblor.
Un ¡ay! de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.

El ruido
cesó,
un hombre
pasó
embozado,
y el sombrero
recatado
a los ojos
se caló.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro
de una iglesia
y en la sombra
se perdió.

Una calle estrecha y alta,
la calle del Ataúd
cual si de negro crespón
lóbrego eterno capuz
la vistiera, siempre oscura
y de noche sin más luz
que la lámpara que alumbra
una imagen de Jesús,
atraviesa el embozado
la espada en la mano aún,
que lanzó vivo reflejo
al pasar frente a la cruz.

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domingo, 21 de mayo de 2017

El mito de Psique.

François-Nicolas Delaistre (1746-1832)



El verbo griego ψύχω, psycho, significa «soplar». A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o  eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al Hades, donde pervivía de modo sombrío y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la psyché sale volando de la boca del que muere como si fuera una mariposa (que en griego se escribe también psyché); razón por la cual algunas personas ven en la mariposa un psicopompo.

Si no tengo amor...





Hoy no me he podido retener el comentar yo mismo la lectura de hoy maravillosa y a menudo mal entendida. En esta segunda lectura, encontramos un mensaje importantísimo: Se trata del célebre himno de San Pablo a la caridad. Caridad es el término religioso para decir amor. Por lo tanto se trata de un himno al amor, tal vez el más célebre y sublime que jamás se haya escrito.
Cuando apareció el cristianismo, el nombre común del amor era entones eros (de ahí viene erótico y erotismo). El cristianismo entendió que este amor pasional no expresaba bien el nuevo significado del concepto bíblico. Por ello lo sustituyó por el concepto de ‘agape’, que en griego significa más bien caridad, aunque esta palabra pasara posteriormente a tener un sentido diferente (hacer caridad, obras de caridad).
La diferencia principal entre los dos amores es ésta. El amor erótico es exclusivo entre dos personas. El amor agape, al contrario, abarca a todos, no puede excluir a nadie, ni siquiera al enemigo.
Ejemplos de estos amores: El primero es el que oímos en labios de Violeta en la Traviata de Verdi: «Ámame Alfredo, ámame cuanto yo te amo». El segundo es aquél de Jesús que dice: «Como yo os he amado, amaos así los unos a los otros».
Otra diferencia: El amor erótico por su naturaleza no dura mucho tiempo, sólo dura hasta cambiar de objeto, o sea, enamorándose sucesivamente de varias personas. En cambio San Pablo dice que el agape, la caridad, «permanece», más aún, es lo único que permanece eternamente, incluso después de que hayan cesado la fe y la esperanza.

Entre los dos amores no existe separación clara ni contraposición, sino más bien desarrollo, crecimiento. El primero, el eros, es para nosotros el punto de partida; el segundo, la caridad, el punto de llegada. Entre ambos existe todo el espacio para una educación al amor y un crecimiento en él. Tomemos el caso más común, el amor entre esposos. Al principio prevalecerá el eros, la atracción, el deseo recíproco, la conquista del otro, y por lo tanto un cierto egoísmo. Si este amor no se esfuerza por enriquecerse, poco a poco, de una dimensión nueva, hecha de gratuidad, de ternura recíproca, de capacidad de olvidarse por el otro y de proyectarse en los hijos, todos sabemos cómo acabará.

El mensaje de Pablo es de gran actualidad. El mundo del espectáculo y de la publicidad parece empeñado en inculcar a los jóvenes que el amor se reduce al eros y el eros al sexo. Que la vida es un idilio continuo en un mundo donde todo es bello, joven, saludable; donde no existe vejez, enfermedad y todos pueden gastar cuanto quieran. Pero ésta es un espejismo fatal que genera expectativas desproporcionadas, que desilusiona provocando frustraciones, rebelión contra la familia y la sociedad, y abre a menudo la puerta al delito. La Palabra de Dios nos ayuda a que no se apague del todo en la gente el sentido crítico frente a lo que diariamente se le propina. 



I Corintios 13



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Retrato de un hombre que acaba de morir.

La muerte de Chatterton (1856) de Henry Wallis






Considera que eres y en tierra te has de convertir. Día llegará en que será necesario morir y pudrirse en una fosa, donde estarás cubierto de gusanos. A todos, nobles o plebeyos, principies o vasallos, ha de tocar la misma suerte. Apenas, con el último suspiro, salga el alma del cuerpo, pasará a la eternidad, y el cuerpo, luego, ser reducirá a polvo.
Imagínate en presencia de una persona que acaba de expirar: Mira aquel cadáver, tendido aún en su lecho de mortuorio; la cabeza inclinada sobre el pecho; esparcido el cabello, todavía bañado por el sudor de la muerte;  hundidos los ojos; desencajadas las mejillas; el rostro de color ceniza; los labios y la lengua de color plomo; yerto y pesado el cuerpo… Tiembla y palidece quien lo ve… Cuántos, sólo por haber contemplado a un pariente o amigo muerto, han mudado de vida y abandonado el mundo.
Pero todavía inspira el cadáver horror más intenso cuando comienza a descomponerse… Ni un día ha pasado desde que murió aquel joven, y ya se percibe un hedor insoportable. Hay que abrir las ventanas, y quemar perfumes, y procurar que pronto lleven al difunto a la iglesia o al cementerio, y que le entierren en seguida, para que no inficione toda la casa… Y lo  que haya sido aquel cuerpo, de un noble o un potentado, no servirá, acaso, sino para que despida más insufrible fetidez, dice un autor.

Dios me guardia del día de las alabanzas. Por fin, al poco tiempo, nadie hablará de él, y hasta sus deudos más allegados no quieren que de él se les hable, por no renovar el dolor. En las visitas de duelo se trata de otras cosas;  y si alguien se atreve a mencionar al muerto, no falta un pariente que diga: “Si, por caridad, no me lo nombréis más”.
Considera que lo que has hecho en la muerte de tus deudos y amigos así se hará en la tuya. Entran los vivos en la escena del mundo a representar su papel y a recoger la hacienda y ocupar el puesto de los que mueren;  pero el aprecio y memoria de estos poco o nada dura. Aflíjanse al principio los parientes algunos días, mas en breve se consuelan por la herencia que hayan obtenido, y muy poco después parece como que su muerte los regocija. En aquella misma casa donde hayas exhalado el último suspiro, y donde Jesucristo te habrá juzgado, pronto se celebrarán, como antes, banquetes y bailes, fiestas y juegos… Y tu alma, ¿dónde estará entonces?.

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martes, 9 de mayo de 2017

Azazel.






Azazel, el líder de los Vigilantes, como ya se mencionó, era identificado con Lucifer o Lumiel.

En el Corán se dice que Lucifer-Lumiel (Iblis) se rebeló contra Alá porque se le dijo que se inclinara y adorara al "hombre de la tierra" nacido del barro, Adán, lo cual rechazó. Él fue obligado a luchar en el Cielo con el arcángel Miguel y su Ejército del Señor.

Como resultado, Lumiel y sus ángeles rebeldes fueron expulsados del Cielo y cayeron a la Tierra. Aquí Lumiel se convirtió en el "Señor del Mundo", y en la mitología cristiana él fue falsamente identificado con el monstruo imaginario Satán (hebreo ha-Satán = el adversario, el acusador).

Sin embargo, esotéricamente en la tradición luciferina, Lumiel o Lumial no es una figura satánica malvada que atrae a la especie humana a la tentación y a malas acciones, como la Iglesia lo representa, sino que él es,"el ángel de Dios [que] se rebeló contra el orden cósmico estático y establecido, y puso en movimiento las fuerzas de cambio y evolución".


[Stephen Flowers, Fire and Ice, 1990, pp. 43-44]

jueves, 4 de mayo de 2017

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán. Walt Whitman (1819-1892)













”’¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!”’
I
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido;
El barco ha enfrentado cada tormento, el premio que buscamos fue ganado;
El puerto está cerca, las campanas oigo, toda la gente regocijada,
Mientras los ojos siguen la firme quilla de la severa y osada nave:
Pero ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh las sangrantes gotas rojas,
Cuando en la cubierta yace mi Capitán
Caído, frío y muerto.
II
¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
Levántate —por ti se ha arriado la bandera— por ti trinan los clarines;
Por ti ramos y coronas con cintas— por ti una multitud en las riberas;
Por ti ellos claman, el oscilante gentío, sus ansiosos rostros a ti se vuelven;
¡Arriba Capitán! ¡Querido padre!
Este brazo bajo tu cabeza;
Es tan sólo un sueño aquél en la cubierta,
Tú has caído frío y muerto.
 III
Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos y quietos;
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
El barco se encuentra anclado sano y salvo, su viaje concluido y terminado;
De una horrorosa travesía, el barco vencedor, viene con un objeto conquistado;
¡Regocíjense, oh riberas y repiquen, oh campanas!
Pero yo, con lúgubre andar
Camino la cubierta donde yace mi Capitán,
Caído, frío y muerto.





Walt Whitman fue un poeta americano, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense. Su trabajo se inscribe en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su obra. Whitman está entre los más influyentes escritores del canon estadounidense y ha sido llamado el padre del verso libre. Su trabajo fue muy controvertido en su tiempo, en particular por su libro Hojas de Hierba, descrito como obsceno por su abierta sexualidad.


¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! es un poema  escrito en homenaje a Abraham Lincoln, presidente de EE.UU., después de su asesinato en 1865. Se publicó por primera vez el mismo año en un apéndice adjunto a la última versión de Hojas de Hierba, su obra maestra.




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