viernes, 2 de junio de 2017

Sextina Altaforte. Ezra Pound






HABLA: Bertran de Born.

Dante Alighieri puso a este hombre en el infierno
porque siempre estaba buscando pelea.

Eccovi!
Juzgad vosotros:
¿Lo he sacado de la tumba?

La escena ocurre en su castillo, Altaforte. «Papiols» es su juglar.
«El Leopardo» es el emblema de Ricardo Corazón de León.

I
¡Maldición! Todo este sur apesta a paz.
¡Perro hijo de puta, Papiols, ven! ¡Que haya música!
Tan solo vivo cuando chocan las espadas.
Pero ¡ah!, cuando veo enfrentarse a los estandartes de
oro, púrpura y marta cebellina,
y a los anchos campos volverse carmesíes debajo de ellos,
entonces aúllo hasta que mi corazón casi enloquece de regocijo.

II
En el cálido verano tengo gran regocijo
cuando las tempestades matan la paz hedionda de la
tierra
y los relámpagos del cielo negro resplandecen carmesíes,
y los truenos feroces me rugen su tonada
y los vientos chillan entre las nubes enloquecidas,
enfrentados,
y por todos los cielos hendidos chocan las espadas de
Dios.

III
¡Quiera el infierno que pronto oigamos chocar de nuevo
las espadas!
¡Y el relincho frenético de los destreros regodeándose
en la batalla,
enfrentando entre sí sus petos erizados de púas!
¡Más vale una hora de combate que un año de paz
con comidas grasientas, alcahuetas, vino y delicada
música
¡Bah! ¡No hay vino como la sangre carmesí!

IV
Me encanta ver salir el sol carmesí como la sangre.
Y contemplo cómo sus lanzas chocan con la oscuridad
y me llena el corazón de regocijo
y la boca se me llena de música disoluta
cuando así lo veo burlarse y desafiar la paz,
su voluntad solitaria enfrentada a toda la oscuridad.

V
El hombre que teme la guerra y se atrinchera
oponiéndose
a mis palabras en pro de la batalla, ese no tiene sangre
carmesí,
sino que solamente sirve para pudrirse en la paz
mujeril, lejos de donde se gana el honor y las espadas chocan.
Por la muerte de esas furcias yo siento gran alegría;
oh, sí, y el aire lo lleno con mi música.

VI
¡Papiols, Papiols! ¡Que haya música!
No hay otro ruido como espadas contra espadas,
no hay grito como el regocijo de la batalla
cuando nuestros codos y espadas gotean carmesí
y nuestras embestidas chocan con la carga del
«Leopardo».
¡Que Dios maldiga por siempre a los que piden «Paz»!

VII
¡Y que la música de las espadas las vuelva carmesíes!
¡Quiera el infierno que oigamos nuevamente chocar las
espadas!
¡Que el infierno tiña de negro por siempre el mero
pensamiento «Paz»!





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Los ojos de la morena. Antonio de Trueba y de la Quintana (1819-1889).





I
Tus ojos, morena,
me encantan a mí
aun más que las rosas,
aun más que el jazmín,
aun más que las perlas,
aun más que el rubí.
Por eso sin ellos
no puedo vivir,
por eso los míos
se fijan en ti,
por eso a sus rayos
quisiera morir,
por eso me encuentro
contento y feliz
si tú a la ventana
te dignas salir,
si tú una mirada
me das desde allí!
Morena, por eso
te vuelvo a decir
tus ojos, morena,
me encantan a mí!
 
II
Rondando tu calle,
cantando felíz
la sal y la gracia
que Dios puso en ti,
las noches enteras
estoy, serafín;
y rabia tu madre
diciendo que así
en toda la noche
la dejo dormir;
más nada me importan,
sufriendo por ti,
el aire y la lluvia
y el fiero mastín
que suele tu madre
soltar al oír
mis tiernos cantares,
¡oh rosa de abril!
La luz de tus ojos
me lleva tras sí,
pues soy mariposa
y anhelo morir
en ella abrasado,
que es dulce ese fin
y... ya te lo he dicho
mil veces y mil
tus ojos, morena,
me encantan a mí!


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lunes, 29 de mayo de 2017

El estudiante de Salamanca. José de Espronceda (1808-1842).










El estudiante de Salamanca. 

 El estudiante de Salamanca es un poema narrativo de 1.704 versos de José de Espronceda cuya versión completa se publicó en 1840, aunque desde 1837 el autor fue dando a conocer varias partes del mismo. Su argumento es sencillo e incluye el mito de Don Juan Tenorio, la locura de la protagonista, la impresionante ronda espectral, la visión del propio entierro y la mujer transformada en esqueleto, es decir, motivos ya recogidos por otros escritores, y muchas ocasiones adaptados de la tradición popular. El autor introduce varias novedades como son el uso arriesgado de los versos, la mezcla de géneros y un protagonista cínico y rebelde. En su momento el poema trasgredió los cánones estéticos y fue de vanguardia. Reconocéis la imágen y sabéis dónde poder "encontrarla"...

(fragmento)

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela.
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río,
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias.
Súbito rumor de espadas
cruje y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón,
que hasta los tuétanos hiela
y da al que lo oyó temblor.
Un ¡ay! de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.

El ruido
cesó,
un hombre
pasó
embozado,
y el sombrero
recatado
a los ojos
se caló.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro
de una iglesia
y en la sombra
se perdió.

Una calle estrecha y alta,
la calle del Ataúd
cual si de negro crespón
lóbrego eterno capuz
la vistiera, siempre oscura
y de noche sin más luz
que la lámpara que alumbra
una imagen de Jesús,
atraviesa el embozado
la espada en la mano aún,
que lanzó vivo reflejo
al pasar frente a la cruz.

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domingo, 21 de mayo de 2017

El mito de Psique.

François-Nicolas Delaistre (1746-1832)



El verbo griego ψύχω, psycho, significa «soplar». A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o  eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al Hades, donde pervivía de modo sombrío y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la psyché sale volando de la boca del que muere como si fuera una mariposa (que en griego se escribe también psyché); razón por la cual algunas personas ven en la mariposa un psicopompo.

Si no tengo amor...





Hoy no me he podido retener el comentar yo mismo la lectura de hoy maravillosa y a menudo mal entendida. En esta segunda lectura, encontramos un mensaje importantísimo: Se trata del célebre himno de San Pablo a la caridad. Caridad es el término religioso para decir amor. Por lo tanto se trata de un himno al amor, tal vez el más célebre y sublime que jamás se haya escrito.
Cuando apareció el cristianismo, el nombre común del amor era entones eros (de ahí viene erótico y erotismo). El cristianismo entendió que este amor pasional no expresaba bien el nuevo significado del concepto bíblico. Por ello lo sustituyó por el concepto de ‘agape’, que en griego significa más bien caridad, aunque esta palabra pasara posteriormente a tener un sentido diferente (hacer caridad, obras de caridad).
La diferencia principal entre los dos amores es ésta. El amor erótico es exclusivo entre dos personas. El amor agape, al contrario, abarca a todos, no puede excluir a nadie, ni siquiera al enemigo.
Ejemplos de estos amores: El primero es el que oímos en labios de Violeta en la Traviata de Verdi: «Ámame Alfredo, ámame cuanto yo te amo». El segundo es aquél de Jesús que dice: «Como yo os he amado, amaos así los unos a los otros».
Otra diferencia: El amor erótico por su naturaleza no dura mucho tiempo, sólo dura hasta cambiar de objeto, o sea, enamorándose sucesivamente de varias personas. En cambio San Pablo dice que el agape, la caridad, «permanece», más aún, es lo único que permanece eternamente, incluso después de que hayan cesado la fe y la esperanza.

Entre los dos amores no existe separación clara ni contraposición, sino más bien desarrollo, crecimiento. El primero, el eros, es para nosotros el punto de partida; el segundo, la caridad, el punto de llegada. Entre ambos existe todo el espacio para una educación al amor y un crecimiento en él. Tomemos el caso más común, el amor entre esposos. Al principio prevalecerá el eros, la atracción, el deseo recíproco, la conquista del otro, y por lo tanto un cierto egoísmo. Si este amor no se esfuerza por enriquecerse, poco a poco, de una dimensión nueva, hecha de gratuidad, de ternura recíproca, de capacidad de olvidarse por el otro y de proyectarse en los hijos, todos sabemos cómo acabará.

El mensaje de Pablo es de gran actualidad. El mundo del espectáculo y de la publicidad parece empeñado en inculcar a los jóvenes que el amor se reduce al eros y el eros al sexo. Que la vida es un idilio continuo en un mundo donde todo es bello, joven, saludable; donde no existe vejez, enfermedad y todos pueden gastar cuanto quieran. Pero ésta es un espejismo fatal que genera expectativas desproporcionadas, que desilusiona provocando frustraciones, rebelión contra la familia y la sociedad, y abre a menudo la puerta al delito. La Palabra de Dios nos ayuda a que no se apague del todo en la gente el sentido crítico frente a lo que diariamente se le propina. 



I Corintios 13



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Retrato de un hombre que acaba de morir.

La muerte de Chatterton (1856) de Henry Wallis






Considera que eres y en tierra te has de convertir. Día llegará en que será necesario morir y pudrirse en una fosa, donde estarás cubierto de gusanos. A todos, nobles o plebeyos, principies o vasallos, ha de tocar la misma suerte. Apenas, con el último suspiro, salga el alma del cuerpo, pasará a la eternidad, y el cuerpo, luego, ser reducirá a polvo.
Imagínate en presencia de una persona que acaba de expirar: Mira aquel cadáver, tendido aún en su lecho de mortuorio; la cabeza inclinada sobre el pecho; esparcido el cabello, todavía bañado por el sudor de la muerte;  hundidos los ojos; desencajadas las mejillas; el rostro de color ceniza; los labios y la lengua de color plomo; yerto y pesado el cuerpo… Tiembla y palidece quien lo ve… Cuántos, sólo por haber contemplado a un pariente o amigo muerto, han mudado de vida y abandonado el mundo.
Pero todavía inspira el cadáver horror más intenso cuando comienza a descomponerse… Ni un día ha pasado desde que murió aquel joven, y ya se percibe un hedor insoportable. Hay que abrir las ventanas, y quemar perfumes, y procurar que pronto lleven al difunto a la iglesia o al cementerio, y que le entierren en seguida, para que no inficione toda la casa… Y lo  que haya sido aquel cuerpo, de un noble o un potentado, no servirá, acaso, sino para que despida más insufrible fetidez, dice un autor.

Dios me guardia del día de las alabanzas. Por fin, al poco tiempo, nadie hablará de él, y hasta sus deudos más allegados no quieren que de él se les hable, por no renovar el dolor. En las visitas de duelo se trata de otras cosas;  y si alguien se atreve a mencionar al muerto, no falta un pariente que diga: “Si, por caridad, no me lo nombréis más”.
Considera que lo que has hecho en la muerte de tus deudos y amigos así se hará en la tuya. Entran los vivos en la escena del mundo a representar su papel y a recoger la hacienda y ocupar el puesto de los que mueren;  pero el aprecio y memoria de estos poco o nada dura. Aflíjanse al principio los parientes algunos días, mas en breve se consuelan por la herencia que hayan obtenido, y muy poco después parece como que su muerte los regocija. En aquella misma casa donde hayas exhalado el último suspiro, y donde Jesucristo te habrá juzgado, pronto se celebrarán, como antes, banquetes y bailes, fiestas y juegos… Y tu alma, ¿dónde estará entonces?.

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martes, 9 de mayo de 2017

Azazel.






Azazel, el líder de los Vigilantes, como ya se mencionó, era identificado con Lucifer o Lumiel.

En el Corán se dice que Lucifer-Lumiel (Iblis) se rebeló contra Alá porque se le dijo que se inclinara y adorara al "hombre de la tierra" nacido del barro, Adán, lo cual rechazó. Él fue obligado a luchar en el Cielo con el arcángel Miguel y su Ejército del Señor.

Como resultado, Lumiel y sus ángeles rebeldes fueron expulsados del Cielo y cayeron a la Tierra. Aquí Lumiel se convirtió en el "Señor del Mundo", y en la mitología cristiana él fue falsamente identificado con el monstruo imaginario Satán (hebreo ha-Satán = el adversario, el acusador).

Sin embargo, esotéricamente en la tradición luciferina, Lumiel o Lumial no es una figura satánica malvada que atrae a la especie humana a la tentación y a malas acciones, como la Iglesia lo representa, sino que él es,"el ángel de Dios [que] se rebeló contra el orden cósmico estático y establecido, y puso en movimiento las fuerzas de cambio y evolución".


[Stephen Flowers, Fire and Ice, 1990, pp. 43-44]